5. ¡Oiga…pero es que mi perro me habla!

La llamada revolución cognitiva, ocurrida en los años 70, mantenía que muchas cosas que hacen los animales, requieren por fuerza, que usen representaciones mentales de la información y manipulen esas representaciones. Si pudiésemos diseñar experimentos adecuados, seríamos capaces de saber en que piensan los animales o que procesos mentales les subyacen.
Esto se aleja de las posturas más radicales entre ellas las de Skinner, quien insistía en considerar la conducta como algo simple, meros aprendizajes asociativos de estímulos y respuestas que no nos dicen nada sobre el funcionalismos interno de la mente.
Según Skinner el animal es un mero autómata. La aproximación cognitiva si bien se centra en que la conducta manifiesta como principal evidencia, considera que el animal debe procesar la información parra realizar la conducta aunque esta información no se halle en su ambiente inmediato.

Un experimento con monos capuchinos estudiaba la capacidad de estos animales para crear categorías mentales. Se les enseñaba diapositivas de personas y de “no personas”, y les premiaba para que pulsasen un botón que era correcto a cada categoría. Después se les presentaba a los monos una serie de diapositivas nuevas de personas y no personas para ver hasta que punto habían formado un concepto mental para cada categoría.
Estas investigaciones sobre a menta animal podrían decirnos multitud de cosas sobre las capacidades de mentales al menos desde un punto de vista funcional y práctico, sin necesidad de adentrarse en el desconocido territorio de que experimentan los animales al percibir.


Mucha gente está tan emocionalmente comprometida con la creencia de que es posible conectar con la vida mental de los animales que niegan argumentos racionales o medianamente prudentes al respecto. Rechazan incluso las proposiciones más objetivas de la ciencia. En televisión últimamente triunfan programas donde un personaje parece interpretar el pensamiento animal con argumentos seudocientíficos, se adentran en la mente animal generalmente una mascota (un animal salvaje sería más arriesgado, aunque probablemente más vistoso), y de forma telepática revela a sus dueños lo que realmente piensa acerca de ellos…

Por ejemplo…La gata Flora comunica a su susurrador de gatos que se encuentra en buen estado de salud si bien últimamente está algo estresada ante la posibilidad de sufrir un nuevo embarazo psicológico con la consecuente inflamación de las mamas, pero que obviando este detalle por lo demás todo bien…O que el perro del Sr. López de nombre Sansón refiere ser un visionario en cuanto al diseño de un nuevo “spa” para animales que incluye una sala de reuniones caninas…En uno de estos programas el interprete humano describía lo que le comunicaba una mofeta que se hallaba en el umbral de la muerte…¡ese tipo es genial!

En cualquier caso para leer historias asombrosas sobre animales recomiendo leer la obra de George Romanes, en concreto el libro “Inteligencia Animal”, algunos casos descritos son asombrosamente elocuentes acerca de la representación mental en algunos animales en cuanto a sus objetivos o al modo que tienen para resolver problemas, o tomar decisiones.

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